No es que no quiera follar. Es que afuera llueve y huele a húmedo, es que no he lavado mis calzoncillos y he agotado el tabaco.
No es que no quiera follar, quizás... podría intentarlo. Quizás rozarte me sirva, quizás otro trago, no pensar que ya he bebido demasiado.
No es que no quiera follar, de verdad, es que el deseo no vive de instinto. Y distinto no es peor, ni más pequeño, ni más amargo. Pero, definitivamente, no es lo mismo.
No es que no quiera, te lo repito, es que ya ha sucedido. Y no recuerdo haberte visto, por más que lo pienso, en el eco de los gemidos. No erizabas mi piel, no había destellos, ni cómplices, ni cumplidos.
¿Se ha acabado ya? ¿Eres tú el de ayer? Mensaje recibido.
No, no, no. No es que no quiera follar, es que esta noche lo necesito. Y sigue cayendo fuera, y sigue oliendo a ruido. Y ojalá esto acabe y sólo seamos dos cuerpos desnudos.
No, no quiero follar. Sólo por hoy, me basta con sentirme querido.
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